lunes, 27 de mayo de 2013

LA EDUCACION EN LA ANTIGUEDAD

La historia de la educación se ciñe a la división de las edades del hombre. En los inicios de la Edad Antigua hay que situar las concepciones y prácticas educativas de las culturas india, china, egipcia y hebrea. Durante el primer milenio a.C. se desarrollan las diferentes paideias griegas (arcaica, espartana, ateniense y helenística). El mundo romano asimila el helenismo también en el terreno docente, en especial gracias a Cicerón quien fue el principal impulsor de la llamada humanitas romana.
El fin del Imperio romano de Occidente (476) marca el final del mundo antiguo y el inicio de la Edad Media. Se fija el final de esta edad en la caída de Constantinopla en 1453 (o bien en 1492, descubrimiento de América). El cristianismo, nacido y extendido por el Imperio romano, asume la labor de mantener el legado clásico, tamizado, filtrado por la doctrina cristiana.





 






Educación en la antigua en otros lugares


Es necesario ubicar en su contexto histórico, religioso y cultural los conceptos de educación, contenidos y agentes educativos de la antigua civilización de la India. Ésta se inicia con la emigración de los pueblos arios desde las estepas de Asia central a las orillas de los ríos Indo y Ganges, en torno al año 2.000 a. C. Es en estos momentos cuando se forma la sociedad de castas que pervive en la actualidad: los brahmanes o sacerdotes en la cúspide, los kchatrias o guerreros a continuación, los vanysias que engloban a los artesanos, comerciantes y campesinos, y en la base, los sudras o siervos; excluidos, queda la casta de los parias, los intocables.

La religión hinduísta impregna la educación. Desde las variantes védicas y brahmánicas traídas por los pueblos arios, a las novedades que supusieron el budismo y el jainismo surgidos en el siglo VI a. C. El maestro, guru, instruye, inicia y guía al discípulo en su formación espiritual. Solo pueden acceder a la docencia del guru los miembros de las tres clases superiores -los siervos o sudras así como los parias quedan fuera-. El discípulo, sisya, debe reunir además de la condición social, unas cualidades físicas, mentales, morales y espirituales. Con la ceremonia del "Upunayana" inicia los estudios; simboliza el nacimiento espiritual del alumno, quien recibe de su guru un mantra o fórmula sagrada. Durante años buscará el conocimiento a través de la verdad que le transmite el maestro, se dedicará a la reflexión y a la meditación yóguica.

Los contenidos que se estudian provienen de un doble canon literario, uno en lengua sánscrita, el védico, y otro en lengua pali, el budista. El primero está formado por los libros sagrados llamados "sruti": los Vedas, Brahmanas, Aranyakas y Upanishads; les siguen los "smriti" que tratan temas de astronomía, gramática, matemáticas, historia y derecho; todos ellos en forma de aforismos, proverbios y máximas sentenciales. El canon budista o "tripitaca" es el Vinaya Pitaka, sobre disciplina, el Sutta Pitaka que trata sobre la revelación y El alumno debe memorizarlos y reflexionar sobre la exégesis que el guru imparte, cuya autoridad intelectual está fuera de cualquier duda; el discípulo debe venerar a su maestro.

El objetivo fundamental de la educación es la liberación de la ignorancia, "moksa". Se pretende educar al varón en la obediencia, el respeto a los padres y la piedad hacia los dioses; la mujer debe aprender las virtudes de someterse y adorar al marido, la fidelidad, la castidad, la obediencia, la resignación, la alegría y llevar con perfección el hogar.

 
 


Educación en la antigua China

La aparición y difusión del pensamiento de Confucio, en el siglo VI a. C., divide la historia de China en dos grandes etapas. La época preconfuciana, desde los orígenes de esta cultura asiática en el siglo XV a. C., estuvo marcada por las grandes dinastías Chang y Chou, así como por el feudalismo como estructura social y política.
Confucio no fue un personaje aislado en la historia china, pertenecía a la escuela de pensamiento "los Letrados" (siglos VII -III a. C.), que tuvo sus mejores representantes en Confucio y en su discípulo Mencio (siglo IV a. C.). A grandes rasgos, esta escuela y, por tanto, el confucianismo, se caracterizan por un abrumador sentido burocrático, por la defensa de un orden social y moral basado en la autoridad, la jerarquía, el conservadurismo, el formalismo ritual y el pragmatismo. Caracteres que dieron lugar a un modelo de conducta propio de las gentes de aquel país que destacan por su paciencia, su cortesía y por lo meticulosos que eran.
Además del pensamiento confuciano, el pueblo chino tuvo otra gran corriente de pensamiento que fue el taoísmo, aunque no tuvo consecuencias en el terreno educativo.
El confucianismo y su visión del mundo determinan las características, los objetivos y los contenidos de la educación en la antigua China hasta bien entrado el siglo XX y hasta el gran cambio cultural, social y económico que supuso la revolución marxista y el largo gobierno de Mao Zedong. En la concepción clásica, el cosmos se articula en la armonía del Cielo, el Hombre y la Tierra; el Emperador, que recibe el Mandato del Cielo, vela por el mantenimiento de este equilibrio.
El maestro debe ser un "Junzi" moral, un hombre superior, cuya inteligencia, honestidad y virtud lo diferencian de la mayoría. Se mostrará afable en el trato con las personas, pero sin perder la fuerza de sus conocimientos y opiniones, se alimentará y vivirá de manera frugal y sencilla. Admirará la inteligencia allí donde la encuentre, pero será comprensivo con el vulgo escasamente formado. Deberá conocer las capacidades de cada uno de sus alumnos, tratará de convertirse en su guía, en abrirles el camino al conocimiento y enseñarles el único camino a la perfección: el esfuerzo personal y la autoperfección mediante la introspección -que le permite conocer su interior- y el estudio del mundo exterior -con el fin de conocer los deseos del Cielo-. Este proceso de mejora genera el "Li", un concepto básico en el pensamiento chino. El Li es tanto un conjunto de normas interiores que disciplinan las pasiones y crean un orden interno en la persona, como una serie de reglas y rituales de la vida comunitaria, en sociedad, que regulan la convivencia y facilitan el orden exterior.
La educación comprenderá, por tanto, un ámbito fundamental: la formación moral, y otros dos que la completan, como son la intelectual y la guerrera. Para conseguir los objetivos morales se enseñan dos disciplinas, la música, porque conmueve el interior de la persona y le crea serenidad, y las ceremonias, que regulan la conducta exterior y otorgan elegancia a quien se ejercita con esmero y rigor. Las prácticas militares comprenden el manejo de carros de combate y el tiro con arco. La formación cultural se centra en el aprendizaje de la escritura y de las matemáticas.
Los contenidos, organizados en torna a las llamadas seis artes, se extraen de un amplio cuerpo de libros canónicos, unos preconfucianos, otros confucianos. Entre los primeros, destacan el , el Libro de Música, el Libro de Odas, el Libro de Ceremonias, el Libro de Historias, los Anales de Primavera y Otoño, y el Libro de las Mutaciones (I Ching); éste último es un extraño compendio adivinatorio que, lejos de acumular supersticiones y fraudes, utiliza diversas técnicas milenarias que facilitan la afluencia del pensamiento interior y la intuición escondidos, ocultos a la conciencia; cuando una persona ha de tomar alguna decisión, el I Ching aflora las sensaciones y canaliza la respuesta que ya había tomado en su interior.
El canon confuciano se compone de los Cuatro Libros: las Analectas (florilegio de fragmentos en los que el maestro explica su pensamiento), la Gran Enseñanza, la Doctrina del Justo Medio y el Libro de Mencio (el principal discípulo de Confucio, del siglo IV a. C.).



 




















1) La Educación Hebrea
La educación Hebrea estuvo basada en un Dios único, Jehová – espíritu purísimo, creador de todo lo existente, no admitía dioses vasallos o rivales. El ideal pedagógico fue formar al hombre virtuoso, piadoso, honesto.
Para comprender los inicios de la educación cristiana se debe investigar necesariamente la educación de los hebreos, el pueblo escogido por Dios. Puesto que es necesario recordar que toda la enseñanza de este pueblo se caracterizó por ser una educación religiosa.
La educación hebrea comenzaba casi cuando el niño empezaba a hablar. Se llevaba a cabo en el interior de la familia, y eran los padres los encargados de traspasar sus tradiciones a los hijos.
1.1 Propósitos de la Educación Hebrea
La educación de los hebreos siempre ha sido teocéntrica. Como el pueblo escogido por Dios los hebreos concentraban su enseñanza en procurar que todos viviesen en la voluntad de Dios, cumpliendo la ley. En cuanto a los propósitos de la educación hebrea podemos mencionar tres:
• Transmitir la herencia histórica. Generalmente se hacía en forma oral. Se exhortaba la ley.
• Enseñar en la conducta ética y moral. Se enseñaban los principios básicos de disciplina y conducta.
• Asegurar la presencia y adoración de Dios.
1.2 Sistema Educativo
El pueblo hebreo contaba con distintas instituciones o líderes dedicados dentro de él, para entregar enseñanza.
A) Educación Familiar
Fue, durante siglos, la única forma de educación existente en Israel, y aun cuando advinieron otras formas, continuó siendo la educación fundamental. La obligación de la familia era educar a sus hijos, según el precepto de Moisés que reproduce la Voluntad de Dios: "Enseñaréis estas palabras a vuestros hijos para que las mediten, hablando de ellas cuando estéis en casa, o de camino, al acostaros y al levantaros".
Se enseñaba a los jóvenes y niños con los siguientes contenidos:
• La Ley de Dios: sus mandamientos y preceptos.
• La oración: en la que los Salmos ocupan un lugar de privilegio.
• La Historia Sagrada: que abarca la religión, la geografía; la historia de los pueblos circundantes y su cultura; las leyes del culto, leyes morales y civiles.
• La música, bajo sus diversas manifestaciones: canto, instrumentos, danza.
• La escritura, cuya enseñanza no era obligatoria, pero no era inusual.
• El oficio, habitualmente propio de cada familia, y trasmitido de padres a hijos.
• La educación de la mujer no era desatendida en Israel. Se les enseñaba a las mujeres: Las Sagradas Escrituras, hilar, tejer, cocinar, cuidar los rebaños, la administración de los bienes.
2.- Educación Elemental o Mingrah
Se administraba en la “CASA DEL LIBRO” enseñándoles la lectura, escritura, religión, ciencias y artes. Los niños asistían a partir de los 6 a 10 años.
El maestro era el sofer (expertos en caligrafía hebrea) o escriba.
3.- Educación Media o Mishnah (estudio, repetición)
De los 10 a 15 años los niños asistían a la ESCUELA DE LEYES, donde estudiaban la ley, tanto jurídica como religiosa, así como también la música.
4.- Educación Superior o Guemara
Para los jóvenes de 15 a 18 años pertenecientes a las principales familias o aspirantes a escribas. Se estudiaban la ley, ciencias, medicina, astronomía, geometría, literatura, teología, geografía, historia, etc. Se formaban a los Escribas y Rabinos
El método de enseñanza se basó en la repetición (memoria) y en la revisión, la forma dialogada fue muy frecuente.
Tenía lugar en la "Casa de Investigación o de Estudio", en la que recibían su formación el escriba, pero también el rabino y el doctor de la Ley.
a) El escriba
No sólo realizaban la labor de “copistas” a fin de preservar las tradiciones escritas y orales de Israel, sino que también eran redactores e intérpretes de la ley. Debía ser una persona de situación económica desahogada, no sólo por el tiempo que demandaba su formación, sino también porque su espíritu no debía quedar atrapado en el mundo de lo material, en el negocio y los intereses: debía aplicarse por entero a la Palabra de Dios, a entenderla y ponerla en práctica.
b) Los rabinos
Eran, fundamentalmente, maestros: maestros de doctrina (por la predicación) y maestros de vida (a través del consejo y la guía espiritual). Llevaban una vida itinerante, recorriendo pueblos y ciudades, enseñando en las plazas, en las sinagogas, junto a los ríos o en las montañas, y también en las casas. El pueblo en general los escuchaba, pero un grupo más reducido los seguía, acompañándolos en sus desplazamientos y participando más íntimamente de su vida y su doctrina: eran los discípulos.
c) El doctor de la Ley
Personaje de gran autoridad y prestigio, vinculado a la Sinagoga y al Sanedrín: teólogo, maestro, legislador y juez. La sabiduría de los doctores, y su enseñanza, se encuentran recopiladas en el Talmud (siglos II a XIII d.C.), que recoge la tradición erudita de Israel desde al menos el siglo I a.C.
Se llegaba a ser doctor de la Ley tras largos años de aprendizaje junto a un doctor, escuchando respetuosamente sus lecciones (lectura de los textos sagrados, explicación de los mismos, etc.), memorizando la doctrina, asistiendo a las discusiones entre los maestros. Los discípulos interrogaban y eran interrogados, en forma privada o pública. También debían procurar vivir de acuerdo a la Ley. Cuando el maestro consideraba que su discípulo se hallaba suficientemente preparado para enseñar y comentar, lo dejaba ir para que abriera su propia escuela: Israel contaba con un nuevo doctor de la Ley, un nuevo sabio por su doctrina y por su vida, para edificación del pueblo a través de la instrucción y el ejemplo.
d) Los Profetas
En cuanto al oficio de la profecía, se supone que es el profeta la figura central en cuanto a la educación en el pueblo, por cuanto son llamados a exhortar, predicar y anunciar el propósito de Dios y las verdades que él quería transmitir a su pueblo, en un momento determinado.
Los profetas habitualmente se dirigían a los reyes (Educación del gobernante), guiando sus decisiones de acuerdo a la Voluntad de Dios y al pueblo (Educación del pueblo), al que exhortaban a la conversión pues a menudo caía en la idolatría y pervertía sus costumbres.

La paideia arcaica surge durante la formación del mundo griego, asimiladas las civilizaciones anteriores minoica y micéncia de la primera mitad del segundo milenio a.C., y superadas las llamadas Edades Oscuras de transición del segundo al primer milenio. Entre los siglos VIII y VI a. C. se gesta la cultura griega y se extiende por la ribera del Mar Mediterráneo desde las costas del Asia Menor hasta los confines occidentales (Iberia) del mundo conocido gracias a la labor comercial. Las colonias griegas aparecen en las costas del norte de África, la península Ibérica y en el sur de Italia (la Magna Grecia).
En estos albores del primer milenio a.C., Homero y Hesíodo crean la paidea arcaica que servirá de inspiración a modelos posteriores. Homero, en sus obras la Ilíada y la Odisea, crea el ideal perfecto de la educación, la kalokagathía (del griego kalós: bello, y de agathós: bueno) que establece la armonía entre la educación física, corporal, y la educación espiritual -intelectual y moral del alma-. Esta areté se basa en la imitación "mimesis" del paradigma de los dioses y héroes.
En la areté física, la gimnástica cultiva el cuerpo mediante la práctica deportiva, los ejercicios físicos y el manejo de las armas, sin olvidar la dimensión técnica, techné, de la formación, el aprendizaje de un oficio, la aplicación práctica de los conceptos y virtudes transmitidos por la enseñanza.
La areté espiritual incluye la formación cultural y moral. La música, la lengua griega, el saber hablar y debatir, así como el aprender a manejarse en la vida, a vivir en comunidad, conforman el aprendizaje intelectual que debe completarse con la enseñanza moral de las virtudes: la piedad o eusebeia (el temor a los dioses), el respeto a los demás, la nobleza, el orgullo y la bondad. Este ideal educativo solamente está al alcance de los mejores, los aristoi, un concepto aristocrático que Homero traslada desde sus orígenes sociales, de una nobleza como grupo social, al terreno espiritual en el que los aristoi son los filósofos, personas que demuestran su excelencia al resto de ciudadanos gracias a su espíritu competitivo, al valor y práctica constante del esfuerzo, de la superación y del triunfo, virtudes que tendrán un premio: el honor.
En este proceso de educación espiritual, Homero cree en los efectos que el arte produce en el alma humana; la poesía, la filosofía y la retórica guían, enseñan, modelan el espíritu humano, en un especie de psicagogía.
Hesíodo, en su obra Los trabajos y los días continúa el modelo homérico pero lo democratiza, extiende los beneficios de la educación al conjunto de los ciudadanos, no solo a la nobleza. Pervive la areté heroica, pero Hesíodo canta y alaba el trabajo prosaico, la laboriosidad cotidiana, el quehacer y la sabiduría de los artesanos y trabajadores que cumplen con su oficio día a día. Otra aportación fundamental fue el concepto de diké, de justicia como derecho, ley que crea la comunidad de ciudadanos, no como el themis homérico de justicia identificada con las costumbres aristocráticas. La justicia combate la hybris, la desmesura que destruye el orden interior el orden social.

En la antigua Polis

En la antigua polis de Esparta la educación pretendía formar a los ciudadanos en las destrezas de la guerra y en la participación en la vida civil y política de la ciudad. El ideal de hombre a formar se basaba en la obediencia, la disciplina, la templanza, la sobriedad, la austeridad en la vida cotidiana y la resistencia al dolor y al sufrimiento. Aquellos espartanos que conseguían disciplinar el alma y el cuerpo en este modelo, desarrollaban un sentimiento de honor, una especie de orgullo de casta social y de patria, que se manifestaba en conductas llenas de lealtad y fidelidad mutua, de respeto y veneración a los ancianos.
Estos objetivos educativos adquieren significado cuando se enmarcan en el contexto social e histórico de Esparta. Este modelo educativo se aplicaba solamente a unas 9.000 personas, una minoría que disfrutaba de derechos civiles y políticos gracias a que eran los descendientes de los dorios que invadieron y conquistaron Laconia, el valle del río Eurotas, en el siglo X a. C., y sometieron a la esclavitud a sus habitantes aqueos y mesenios. Estos esclavos o ilotas, eran junto a los periecos -los trabajadores libres que se dedicaban al comercio, a la artesanía y a la agricultura- la mayoría de la población y, sin embargo, carecían de derechos y estaban sometidos a la minoría espartana que habitaba el interior de la polis. Durante los siglos VIII y VII a. C. estallaron las Guerras mesenias en las que los ilotas se rebelaron sin éxito. Los espartanos, ante estas experiencias, desarrollaron un Estado militar y una estructura social y educativa basada en el adiestramiento en el manejo de las armas, en las virtudes de obediencia, austeridad y disciplina propias del guerrero; trataban de estar alertas y preparados ante cualquier levantamiento de sus esclavos; posteriormente, esta preparación convertiría a Esparta en potencia hegemónica de Grecia durante las guerras contra los persas.
El proceso educativo se iniciaba en el mismo momento del nacimiento, en un acto de eugenesia cuando los ancianos examinan el recién nacido y determinan si debe vivir o morir; un bebé sano y robusto sería un buen guerrero o una madre que engendraría en el futuro nuevos y fuertes espartanos; por el contrario, si observaban que estaba enfermo o consideraban que sus taras físicas le impedirían cumplir sus deberes como espartano, lo condenaban a ser arrojado a un profundo foso.
La crianza, física y moral, hasta los siete años de edad estaba a cargo de la madre; cuando, niños y niñas, cumplían los siete años y hasta los treinta, el Estado asumía su educación. Se consideraba que los hijos no eran propiedad de sus padres, sino de la polis, de la comunidad. La escuela se organizaba como un cuartel militar: el campamento (la polis) estaba a cargo del Eforo de educación; los batallones a cargo del próteros, las compañías mandadas por un boagós, y una polícia militar de castigo imponía sanciones y disciplina (los mastigórofos). Durante la infancia (de 7 a 18 años), la corta adolescencia (de 18 a 20 años) y la juventud (hasta los 30 años), los espartanos recibían una dura formación física y militar que los preparaba para la guerra. Se completaba con una educación moral y cívica que, llegada la edad adulta, les permitía incorporarse a la vida ciudadana y política. Formaban parte de la minoría que regía los destinos de Esparta en las diversas instituciones políticas: los Éforos, que ejercían el poder ejecutivo y elegía la Diarquía o dos reyes; la Gerusía o consejo de ancianos que proponía leyes y decisiones a la Apella, la asamblea popular de varones adultos. Esta doble vertiente, militar y cívica, reducía la formación intelectual a un aprendizaje elemental de la lectura, de la escritura, del cálculo y a la memorización de las obras de Homero; un exceso en estos contenidos podía dañar el espíritu de obediencia que debe guiar a un guerrero. Como tenían a una masa de esclavos y trabajadores a su servicio, los espartanos despreciaban y rechazaban de manera absoluta el aprendizaje y la práctica de oficios y artes mecánicas.


  POR ESO EN LA ANTIGUEDAD MUCHAS PERSONAS MORIAN POR APRENDER